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martes, 7 de enero de 2020

Paradigma Relacional y Psicoterapia Psicoanalítica

Paradigma Relacional y Psicoterapia Psicoanalítica (Luis Mazuecos)

In his most recent book my colleague Philip Bromberg (2011) also describes the paradigm shift in psychotherapy: Interpersonal and Relational writers largely have endorsed the idea that we are in fact confronted with a paradigm change and have conceptualized it as a transformation from a one-person to a two-person psychology. I feel that this formulation is accurate, and that three central clinical shifts are intrinsic to the conceptual shift: A shift from the primacy of content to the primacy of context, a shift from the primacy of cognition to the primacy of affect, and a shift away from (but not yet an abandonment of) the concept of “technique.” (Schore, 2012 pág. 126)...A lo que añadimos aquí, siguiendo a J. Coderch (2014) el concepto de técnica es sustituido por el de phronesis, tomado de Aristóteles, que viene a ser la “práctica”.

Aproximadamente en la década de los 90s se produce un cambio de paradigma en Psicología (que es extensible a otras ciencias, como la Biología, por ejemplo) que venimos llamando Relacional.

Uno de las postulados principales de este paradigma es que la mente es relacional, esto es, que se crea siempre en una relación. Sin relación no hay mente, no hay posibilidad de construirla (venimos motivados primariamente para conectar, siguiendo a C. Trevarthen, en Lecannelier, 2006).

Entiendo “Relación”, en el sentido anglosajón “Relationship”, esto es, son relaciones íntimas y no sólo interacciones (siguiendo la distinción que hace Stern, 1978).

La primera relación íntima en el desarrollo del ser humano se viene a establecer con la figura principal del cuidador, y a la que llamamos relación de apego. Sobre los 6 meses se establece esta primera relación cuando el bebé está ante una situación en la que se siente vulnerable, se activa la conducta de búsqueda de esta figura, y se desactiva esta conducta de apego cuando la figura lo calma, según la intensidad de esa vulnerabilidad la figura de apego lo hará proporcionalmente a esa intensidad, y el bebé necesitará que lo calmen escuchando su voz, cogiendo el brazos o abrazándolo fuertemente, de menor a mayor intensidad. (Bowlby,)

Cuarenta años de investigación del apego ha ido consolidando esta teoría, perteneciente al paradigma relacional.

Las diferencias entre Freud, Klein y Bowlby son importante, en los planteamiento teóricos sobre la práctica (Cortina-Marrone, 2017).

Los kleinianos en la génesis de los “trastornos mentales” dan mucha importancia a la fantasía inconsciente. Bowlby en cambio apunta a una génesis en “las experiencias de inseguridad del apego (particularmente en la infancia) y la disfuncionalidad familiar".

Freud, basa su planteamiento en el conflicto entre pulsiones, y al conflicto intrapsíquico entre el yo, el ello y el superyo. Para Bowlby el conflicto es más bien “el resultado de condiciones desfavorables durante el desarrollo”, como ocurre en la relación de apego desorganizado. 

Pongamos un ejemplo,  si tomamos el mito de Edipo, para Freud esto sería un Complejo (conflicto interno a resolver), y para Bowlby, sería el resultado de haber abandonado a Edipo a su suerte. Bowlby no emplea un mito para “explicar” la génesis de los conflictos, ni hace del mito un complejo por resolver, ni hace del complejo algo universal, como hace Freud. En el supuesto que Edipo fuese una persona real, Bowlby explicaría su trastorno como consecuencia de su historia de apego, de su abandono, de la relación con sus padres adoptivos, etc.

Más bien Bowlby empieza a observar el desarrollo del bebé apoyado en el estudios de la Etología. Y junto con sus colaboradores, van observando diferentes reacciones de los niños y las figuras de apego y empiezan a encontrar correspondencias entre la funcionalidad o no de los padres y el tipo de reacciones en la “situación del extraño”, estilos seguros e inseguros de apego van siendo discriminados. Y más adelante, Main y Solomón, descubren patrones de apego desorganizados. Desde entonces se vienen haciendo numerosos estudios, incluyendo estudios longitudinales como el de Minnesotta. Y actualmente se está tratando de ir construyendo una teoría de apego actual, de la mano de Allan N. Schore. Otros autores, están desarrollando teorías como la de la regulación de los afectos, por A. Sroufe.

El contexto y los afectos (emociones) adquieren preponderancia en este nuevo paradigma.

Las repercusiones en la práctica, son notables, pues en todo proceso psicoterapéutico, se trata de crear una relación de confianza, que constituya una base segura para poder contener la relación para cuando se empiecen a abordar los modelos operativos internos (principios operativos, o conocimiento relacional implícito, desde otras corrientes relacionales). 

Hay sesiones donde puede ocurrir, sobre todo al principio de la misma, que se active una relación de apego y una vez que se desactive, pueda continuar la exploración del trabajo “analítico”. 

El trabajo se centra en el contexto y no en los contenidos, se centra no sólo en la relación entre el paciente y el terapeuta, también en las relaciones de la vida del paciente. 

Por tanto, es coherente empezar por lo que el paciente ha ido haciendo, lo que le ha ido sucediendo en sus relaciones (incluida con el terapeuta), y entre todo ello entrar en detalle en una situación a “analizar”. Es decir, la mente no se trata de abordar como si fuera un cúmulo de “cosas”, para ver cómo esas “cosas” se repiten en diferentes situaciones. Sino justo al revés, se ve cómo ha afrontado una situación y se busca qué funcionamiento hay implicado. Si se ha activado un funcionamiento (creado en historia de apego previa, y no como algo filogenético heredado y ahora repetido en la ontogénesis), o también llamado modelo operativo interno (m.o.i.). 

La neurobiología interpersonal, apoya este modo de entender la mente, donde las relaciones activan patrones neuronales correspondiente a una experiencia subjetiva determinada por esos patrones o modelos (Siegel, 2007). 

Esos modelos se vuelven a detectar, a recrear en la relación terapéutica y se vuelve a actualizar, a ver desde otro punto de vista. No hay un sólo modelo, hay muchos (no hay sólo una relación de objeto), se activan modelos distintos con los mismos sujetos, y con cada sujeto se puede activar modelos iguales o distintos. Con lo cual, estamos hablando no sólo de una motivación sino de múltiples motivaciones que se activan en diferentes relaciones.

Por otra parte, desde este nuevo paradigma, se tiene en cuenta no sólo los modelos que ya están ahí creados (resultados de las relaciones en la historia de apego) sino que además se tienen en cuenta los modelos que no están, esto es, a veces descubrimos que hay un déficit de un determinado modelo en ese paciente, por ejemplo, un paciente que no sabe mentir, no ha aprendido a mentir y tenemos que enseñarle, pues puede que en determinadas situaciones decir siempre la verdad puede ser una fuente de sufrimiento, y tener consecuencias perjudiciales para este paciente. (Ya Winnicott venía a decir que el falso self protege al verdadero self).

Otro aspecto importante en este nuevo paradigma que no podemos olvidar son los afectos. Si bien estos siempre han tenido en cuenta en lo psicoanalítico, frente a otras terapias de paradigmas anteriores, como el cognitivo-conductual. En el psicoanálisis moderno, se tiene en cuenta los estudios sobre el desarrollo afectivo, que apunta a que “todas las emociones son positivas”, todas cumplen un determinada función adaptativa para la supervivencia. Por tanto, nos centramos en este paradigma no solo en las emociones consideradas positivas frente a las negativas, tradicionalmente, sino que además nos centramos en todas las emociones como funcionamientos positivos de nuestro sistema mental.

Siguiendo a Damasio (2005), hace una diferenciación entre las emociones de fondo, las emociones primarias y las emociones sociales (envidia, celos, culpa…). Y diferencia estas de los sentimientos. “Los sentimientos son percepciones, y propongo que el apoyo más necesario para su percepción tiene lugar en los “mapas corporales” del cerebro. Dichos mapas se refiere a partes del cuerpo y a estados del cuerpo. Alguna variación del placer o el dolor es un contenido consistente en la percepción que denomino sentimiento” (pág. 85).

Este planteamiento está en sintonía con otros estudios del desarrollo, como los planteado por D. Stern (1985).

Los afectos o emociones, basándome en D. Siegel (2007), serían información procedente de abajo arriba (inmediata), y los sentimientos sería información de arriba (ya procesada) a bajo. La complejidad de la situación es que a veces estos procesos ocurren simultáneamente. 

Consecuentemente no podemos cambiar las reacciones emocionales en una situación relacional, quizás hacer una pausa, y a veces si nos paramos a observar qué “mapa corporal” (previamente construido) se ha activado, podemos ir “analizando” de qué modo se ha construido este, en qué situación se ha construido (por ejemplo, si se ha activado una situación que nos resultó traumática, o microtraumática, véase Crastnopol, 2019), y si hay una relación terapéutica consolidada, podemos “analizarla”.

He dicho en varias ocasiones “analizar”. Quiero aclarar, que en este paradigma relacional, también adquiere una connotación característica. 
“Analizar”, viene a ser una de las funciones del hemisferio izquierdo, donde se trata de “ponerle palabras”, dotar de significado. Y en muchas ocasiones ese significado lo proporciona la supervisión  o la experiencia terapéutica personal. Este abordaje, se limita a un aspecto del proceso, dotar de significado, interpretar.

El proceso de “analizar” es más amplio, y abarca las funciones atribuidas al hemisferio derecho, que es el centro de procesamiento de los afectos. Donde se ponen en juego la intuición y la creatividad. 

Desde el nuevo paradigma, con cada paciente hay un proceso creativo diferente, el terapeuta es un facilitador a través de preguntas el terapeuta va buscando algo desconocido implicado en el proceso, de lo que no tengo ni idea que pueda ser, y a través de estas preguntas voy impidiéndome a nosotros mismos hacer interpretaciones. Esta actitud es la que propone Bion, y el la que Fonagy llama Mentalización. Que es una función reflexiva donde se integra lo que pregunto y lo que voy captando sin la influencia de las creencias y teorías previas, en la relación Intersubjetividad que permite esta comunicación interno-externo.

De ahí, que en la participación del terapeuta no se emplee una técnica, sino que es la práctica la que determine el acercamiento al funcionamiento mental de cada paciente.

Podría añadir, siguiendo a Bowlby, que es una práctica informada, ya que al paciente se le facilita información pertinente basada en los estudios actuales sobre los conocimiento acerca del desarrollo evolutivo humano, y otras teorías que puedan hacer que el paciente encuentre posibles maneras de pensar que le está haciendo no pensar. Aquí entra la pericia del terapéuta que facilita la comprensión poniendo ejemplos, y finalmente añadiendo alguna posible hipótesis que pueda confirmarnos o no el paciente.

Por tanto, la práctica de la mentalización es un modo de que pueda fluir nuestra energía mental afectiva-cognitiva, para que haya cada vez más una integración en la funcionalidad de ambos hemisferios, unas relaciones mejor definidas y diferenciadas, y mejor conocimiento de los modelos operativos internos que nos hacen no observar claramente los momentos en los que estamos implicados en cada relación que vamos teniendo. Y en definitiva, permitir que esta compresión lleve a una autoregulación y regulación interpersonal más flexible mentalmente y menos dependiente de la exclusividad de regularnos con los mecanismos más antiguos y menos desarrollados de nuestra mente, proveniente de nuestra parte Infantil de la mente (nuestras creencias, emociones, activación del sistema simpático y del sistema vago dorsal, etc.).

-Bowlby, J (1998). Apego. Buenos Aires: Paidos
-Bromberg, P. M. (2011). The shadow of the tsunami and the growth of the 
relational mind. New York: Routledge.
-Coderch de Sans, J. (2014). Avances en psicoanálisis relacional. Nuevos campos de exploración para el psicoanálisis. Madrid: Agora Relacional.
-Cortina, M.  y Marrone, M. (2017). Apego y Psicoterapia: Capítulo 9: Sobre la técnica y la aplicación de la teoría del apego en psicoterapia.
-Crastnopol, M. (2019). MIcro-Trauma. Una comprensión del daño psíquico acumulativo. Madrid: Agora Relacional. Colección pensamiento relacional, n. 21.
-Damasio, A. (2005). En busca de Spinoza. Neurobiología de la Emoción y los Sentimientos. Barcelona: Crítica.
-Dana, D. (2018). La teoría polivagal en terapia. Barcelona: Editorial Eleftheria.
-Lecannelier, F (2006). Apego e Intersubjetividad. Influencia de los vínculos tempranos en el desarrollo humano y la salud mental. Chile:LOM Ediciones.
-Martínez Ibáñez,  J.J. (2013). Las dos edades de la mente. Vicisitudes del funcionamiento mental. Madrid: Agora Relacional.  Colección pensamiento relacional, n. 8.
-Siegel, D.J. (2007). La mente en desarrollo. Bilbao: Desclée de Brouwer.
-Schore, A. (2012). The science of the art of psychoterapic. New York - London: W.W.Norton & Company.
-Stern, D. (1978). La primera relación madre-hijo. Madrid: Ediciones Morata.
-Stern, D(1985). EL mundo interpersonal del infante. Una perspectiva desde el psicoanálisis y la psicología evolutiva. Barcelona: Paidos.